Reivindicando nuestro espacio
Maestros, trabajadores sociales, psicólogos, cuidadores, monitores… pero, ¿Dónde queda el papel del educador/a social?. Nos recuerdan continuamente los deberes y competencias como educadores y educadoras sociales, pero nunca nos reconocen los derechos que nos pertenecen como profesionales del ámbito social y del ámbito público. En un primer lugar, no tenemos o son escasos, los puestos establecidos para nuestro perfil profesional y hay muchos que a pesar de cumplir este perfil, están siendo ocupados por otros profesionales del ámbito. Precisamente por esto, acabamos ocupando puesto de trabajo que no son de nuestra competencia, como por ejemplo el de cuidador, el de animador socio-cultual, el de auxiliar de enfermeria…etc.
Sabemos que es una profesión que lleva muy poco años reconocida, pero en la situación social en la que nos encontramos creemos que es muy importante y necesaria. No tenemos soluciones a todos los problemas que se plantean en la sociedad, pero sí somos futuros profesionales comprometidos y sensibilizados con todos aquellos colectivos que precisen de nuestras competencias profesionales. Poseemos una visión específica profesional, por lo que somos necesarios e importantes en un equipo multidisciplinar, para que las tareas que se lleven a cabo estén completas.
No reclamamos privilegios frente a otras profesiones, sino que se nos reconozca nuestra función y profesión en igualdad de condiciones como cualqueir otro tipo de profesional de este ámbito.
Consideramos que toda esta lucha necesaria para conseguir un reconocimiento de nuestra posición, no podemos esperar que se haga desde fuera, sino que debemos ser los propios profesionales los que nos debemos dar a conocer, tanto nuestras obligaciones como educadores/as, así como nuestro derechos, para conseguir una justicia profesional que equilibre esta balanza de derechos y deberes.
Uno de los principales objetivos de nuestra profesión, es la lucha por conseguir un acercamiento de justicia social a los diferentes colectivos desfavorecidos, siendo nosotros/as mismos/as en este caso, un colectivo del ámbito profesional desvalorado y desconocido, por lo tanto es tarea de todos y todas implicarnos por la consecución de este reconocimiento a nivel social y político de la figura del educador y la educadora social.